Este es un post personal pero podría ser perfectamente extrapolable a tu vida. Te lo aseguro.
Lo lanzo hoy porque hace 10 años que empezamos nuestra historia de amor, y desde luego, nuestros hijos son los frutos más dulces que pudo dar... GRACIAS POR COMPARTIR LA VIDA A MI LADO.
Yo era una persona "normal", con aficiones "normales" y con una visión de la vida la mar de "normal". Pero ocurrió algo en mi existencia que cambió por completo todo lo que yo era, todo lo que yo creía, todo lo que yo pensaba que sabía, todo mi alrededor, mi mundo por completo... LLEGARON MIS HIJOS.
Y sí, las patas se pusieron hacia arriba, el cielo estaba abajo, todo se puso del revés. Fue como si hubieran metido en una batidora todo lo que yo creía importante o básico en mí, y lo hubieran transformado en otra cosa al terminar de batir.
Yo no creía que la maternidad iba a traer tal cambio a mi vida. Es posible que tú tampoco :)
Y entonces empecé a sentir cosas nuevas.
El amor que había conocido hasta ese entonces se quedaba pequeño, quería mucho más a mi otro yo, al hombre con el que comparto mis días, porque tenía la sensación de que mi corazón había crecido, o cambiado, o algo. Pero sobre todo, había descubierto una nueva manera de amar, una muy especial, que te remueve mucho, y que te llena por dentro de una luz cálida y apacible. Esa que cuando miras el sueño de tu recién nacido en tus brazos se ve en el fondo de tus ojos.
Yo empecé a sentirme distinta por dentro. Algo que aún no podía explicar con palabras, pero había algo que me daba patadas y recolocaba cada cosa en su sitio, un sitio distinto del que había ocupado hasta ese momento. Las emociones estaban en constante cambio, pero a pesar de ello, había una llamada desde lo más profundo de mí a cuidar de ese bebé con lo mejor de mí. Y "eso" que era lo mejor de mí... era totalmente desconocido por mí misma hasta aquel momento.
Poco a poco fui despertando del desconcierto de los primeros días y me iba dando cuenta de que yo, en esencia, ya era distinta. Escuchaba cosas que me decía mi cuerpo como nunca antes lo había hecho, me entregaba a amamantar y a cuidar de un bebé al que pensaba que no sabía cuidar, pero mis actos decían todo lo contrario. Sabía cuidarlo, eso estaba en mí... y en él.
No tardé en descubrir que mi bebé me decía muchas cosas, me guiaba en el camino. Por supuesto, todo esto que te cuento no llegó como una luz que baja del cielo y me ilumina. Quizás una parte sí fue pura iluminación mesiánica, otra parte llegó de mujeres que se prestaban a descubrirnos su saber de manera amorosa.
Así, poco a poco, fui descubriendo #LaMagiaDelContacto
Empezó con una lactancia complicada, un bebé con anquiloglosia y una micrognatia muy pronunciada. Yo peleé por esa lactancia hasta conseguir que fluyera durante 19 meses maravillosos.
Fuimos descubriendo que nuestro bebé no era como nos contaron que eran los bebés, y un día nos resultó más sencillo dormir a su lado de verdad que a su lado de mentira, con una cuna de por medio. Así que empezamos a disfrutar del colecho con un poco de reparo al principio (¿y si se acostumbraba?) y con tranquilidad y descanso después de ver que los que nos acostumbrábamos felizmente éramos nosotros. Y eso no pudo cambiar cuando llegó la pequeña de la casa, porque ¿cómo íbamos a separarnos de uno, de cualquiera de nuestros cachorritos? Así que decidimos ampliar el espacio y empezar con el colecho a lo grande, cama familiar.
Al inicio de la crianza del mayor me sentía con la necesidad de compartir con otras mamás recientes, mamás y papás con los que compartiera las mismas inquietudes, que sintieran esto que yo estaba sintiendo y que me parecía tan raro pues nunca nadie me había hablado de dormir con el bebé, de amamantar a pesar de las dificultades, de querer tener a tu hijo encima todo el tiempo posible... Y necesitaba no sentirme taaaan diferente...
Ahí es cuando me di cuenta de que no era tan diferente, y que mi hijo era como todos los hijos, que pedía las mismas cosas que pedían todos los bebés. Lo que me ocurría a mí, también les pasaba a otras mamás, sentíamos que nuestros bebés nos necesitaban, pero de una manera intensa, corporal diría... y ahí fui descubriendo términos que antes ni me hubiera parado a escuchar, crianza natural, crianza corporal, masaje infantil... PORTEO ...
Tengo que hablar del porteo de forma más protagonista porque despertó en mí un instinto muy dormido. He de decirte antes de seguir, que yo no pretendía portear. Sí, has leído bien, yo no tenía intención de portear. Era más el papá que tenía ganas de llevarles cerca (siempre hemos dicho que él estaba más conectado con el instinto que yo antes de todo este desbarajuste).
Pero... un día llegó a nosotros un fular tejido de manos de una mujer que se haría importantísima en nuestras vidas (gracias Paula, te queremos)... y tras haber peleado un poco con una mochila "colgona" que no nos convenció, decidimos probarlo. Ese día nos salió fatal (no tengo las fotos para corroborarlo). Al siguiente decidimos que era demasiado para nosotros en ese momento y fuimos a la búsqueda de algo más "fácil" de nuevo a casa de Paula, que nos atendía con amor y pasión por lo que hacía.
Empezamos a usar un fular semielástico que nos encantó <3. Si hoy me viera a mí misma porteando con él me descubriría corrigiendo muchísimas cosas, estoy segura. Pero a pesar de ello, despertó en mí algo profundamente guardado, el poder del contacto intenso y continuo que tiene la piel sobre nuestras vidas.
Comencé a vivir mucho más feliz mi encuentro con la maternidad. Me encontré con una madre distinta, más tranquila, más relajada, más entregada.
El porteo me regalaba piel, caricias, besos, pero sobre todo me regalaba CONFIANZA. El porteo fue la magia que me hizo terminar de conectar con mi bebé.
La Magia del Contacto se presentó ante mí como un auténtico Regalo.
Y sí, al final porteé a mi hijo, le porteé incluso estando embarazada de la peque, porque para mí el porteo se convirtió en un estilo de vida, era imprescindible. Necesitaba sentirme cerca de mi cachorrito y sentía que él también estaba mejor cerca de mami.
Por eso, cuando llegó mi niña no había dudas, de hecho, había comprado un fular cuando aún no estaba embarazada, para ella :)
La llevamos desde el segundo día de nacida, y ella vivió envuelta en un fular hasta que por sí misma empezó a pedir más espacio cuando quiso explorar el resto del mundo. La crianza en brazos ha facilitado mucho mucho mucho nuestra vida, nos hemos sentido cómodos, vinculados, tranquilos, confiados, capaces... He podido seguir junto a mi hijo mayor mientras la peque era atendida segundo a segundo en sus necesidades. Hemos vivido experiencias que de otra manera no podríamos haber vivido. El contacto me ha regalado una bebé feliz, que se sentía tan segura al lado de mamá que cuando quería dormir, lo hacía, que cuando quería tetita, la tomaba, que cuando quería estar activa y haciendo carantoñas a las personas con las que yo me relacionaba, lo hacía. He trabajado en A-brazos con ella en un fular, o en una mochila, o en una bandolera. Hemos vivido el primer año de vida como una sola, respetando sus necesidades (y a la vez las mías), fundidas y en simbiosis.
Y ya sabes que yo no me esperaba ESTO, yo no me esperaba Amor tan grande, no me esperaba esta Magia, no esperaba que la Piel pudiera traernos tantas cosas buenas... No sabía que esta Yo amorosa y entregada existía.
Mis dos pequeños han traído muchos aprendizajes, uno de ellos es el de sentir cuáles son las verdaderas necesidades de los bebés.
Y hoy me dedico a hacer llegar este mensaje de cambio a las familias a las que les apetezca escuchar, porque hay algo de lo que estoy convencida, y es que esta manera de criar en la que les ofrecemos CONTACTO a nuestros bebés, CAMBIARÁ EL MUNDO, pues estamos colmando de Amor a los seres humanos en el momento más importante de sus vidas, transmitiéndoles el mensaje de que el mundo se basa en el Amor.
Así que sí, esta es nuestra historia, pero ¿no crees que pueda ser la tuya? ¿No te gustaría encontrarte también con la Magia del Contacto y sus beneficios?
Y tú... ¿qué cosas has descubierto con tu maternidad?
¿Se ha apoderado de ti la Magia del Contacto?